Frases de Sueños
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Nunca seremos recolectores de esbeltas espigas o de flores si en los surcos nuestros diarios empeños carecen de la fuerza que les dan los sueños.
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Qué profundo es mi sueño! ¡Qué profundo y qué claro, qué transparente es, ahora, el universo! Si pensando en ti, siempre, si, soñado contigo, me desvelo, y te miro por dentro, con mis ojos, si te miro por dentro...
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Cuánto más se aproxima uno al sueño, más se va convirtiendo la leyenda personal en la verdadera razón de vivir.
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Nadie está a salvo de las derrotas. Pero es mejor perder algunos combates en la lucha por nuestros sueños, que ser derrotado sin saber siquiera por qué se está luchando.
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Nuestra vida es como un sueño. Pero en las mejores horas nos despertamos lo suficiente como para darnos cuenta de que estamos soñando. La mayor parte del tiempo, sin embargo, estamos profundamente dormidos.
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Quienes piden lógica a la vida se olvidan de que es un sueño. Los sueños no tienen lógica. Esperemos a despertar.
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Somos del mismo material del que se tejen los sueños, nuestra pequeña vida está rodeada de sueños.
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Un hombre que no se alimenta de sus sueños, envejece pronto.
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Solamente en los sueños somos libres. El resto del tiempo necesitamos el sueldo.
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Sólo los sueños y los recuerdos son verdaderos, ante la falsedad engañosa de lo que llamamos el presente y la realidad.
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El segundo sÃntoma de la muerte de nuestros sueños son nuestras certezas.
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Los sueños pueden ser realidades. Son lo que nos guÃa por la vida hacia una gran felicidad.
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El primer sÃntoma de que estamos matando nuestros sueños es la falta de tiempo.
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Los sueños se van con la noche. Y tan solo queda una bruma lejana e inatrapable.
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No podemos permitirnos ser ingenuos al tratar los sueños. Se originan en un espÃritu que no es totalmente humano sino más bien una bocanada de naturaleza.
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Donde uno piensa, otro sueña.
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Cualquiera que despierto se comportase como lo hiciera en sueños serÃa tomado por loco.
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El amor es gracia humanizada y es tan irreal como los mismos sueños.
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Nadie pone sus sueños en manos de aquellos que pueden destruirlos.
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Muéstrame un obrero con grandes sueños y en él encontrarás un hombre que puede cambiar la historia. Muéstrame un hombre sin sueños, y en él hallarás a un simple obrero.
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Y asà brota en el alma la rebelión de un sueño que es como un perro arisco que le gruñe a su dueño
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Yo también pienso en mà cuando te sueño y robo al tiempo todas mis edades para poblar mis Ãntimas moradas y acompañarte siempre, siempre, siempre.
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Te miro y planeo una vida contigo cargada de sueños. Y si no se cumplen cuando despertemos, con la luz del dÃa ya veremos lo que hacemos.
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No importa que los sueños sean mentira, ya que al cabo es verdad que es venturoso el que soñando muere, infeliz el que vive sin soñar.
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Siempre habrá sueños mas grandes o mas humildes que los tuyos, pero nunca habrá un sueño exactamente como el tuyo. ¡porque eres único y más maravilloso de lo que tu sabes!.
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Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas.
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Quiero ser esas manos invisibles que manejan por si la creación, y formar con tus sueños y los mÃos otro mundo mejor para los dos.
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Dios no te hubiera dado la capacidad de soñar sin darte también la posibilidad de convertir tus sueños en realidad.
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Sueños son renovables. No importa cual es nuestra edad o condición, siempre hay inexploradas posibilidades dentro nuestro y nueva belleza esperando nacer.
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Siempre sueña y apunta más alto de lo que sabes que puedes lograr.
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¿Cómo ha ido todo? ¿Me has echado de menos? ¿Sabes,? anoche apareciste en mis sueños, llevabas menos ropa.
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Y ven el cielo y les vuelve a dar sueño y vuelven a bajar dormidos, y vuelven a tocar el fondo del mar y se despiertan y vuelen a subir. Asà son nuestros sueños, como delfines.
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Mi placer de crear era ilimitado. El talento productivo no me abandonó ni un instante durante algunos años; lo que se me ocurrÃa durante el dÃa y en estado de vela, se iba a menudo elaborando de noche, en ordenados sueños.
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Ten cuidado con tus sueños: son la sirena de las almas. Ella canta. Nos llama. La seguimos y jamás retornamos.
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¿qué es la vida? un frenesÃ. ¿qué es la vida? una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.
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Solo tan alto a donde alcanzo puedo crecer, solo tan lejos a donde exploro puedo llegar, solo en la profundidad en la que miro puedo ver, solo en la medida en la que sueño puedo ser.
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Los que sueñan de dÃa son conscientes de muchas cosas que escapan a los que sueñan sólo de noche.
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Cuando nuestros sueños se han cumplido es cuando comprendemos la riqueza de nuestra imaginación y la pobreza de la realidad.
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Sea lo que sea que puedas o sueñes que puedas, comienzalo. Atrevimiento posee genio, poder y magia. Comienzalo ahora.
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Ninguna fuerza abatirá tus sueños, porque ellos se nutren con su propia luz. Se alimentan de su propia pasión.
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La sabidurÃa suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen.
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Crecemos en grandeza a traves de sueños. Todos los grandes hombres son soñadores. Ven cosas en la suave neblina de un dia de primavera o en el rojo fuego de una larga tarde de invierno. Algunos de nosotros dejamos que estos grandes sueños mueran, pero otros los alimentan y protejen; los cuidan a traves de malos dias hasta que los traen al calor del sol y la luz que siempre viene a aquellos quienes sinceramente esperan que sus sueños se haran realidad.
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¿acaso el sueño no es el testimonio del ser perdido, de un ser que se pierde, de un ser que huye de nuestro ser, incluso si podemos repetirlo, volver a encontrarlo en su extraña transformación?.
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Todos los hombre y mujeres nacen, viven, sufren y mueren; lo que nos distingue unos de otros son nuestros sueños, ya sean sueños sobre cosas espirituales o mundanas, y lo que hacemos para que estos se realizen. No elegimos nacer. No elegimos nuestros padres. No elegimos nuestra epoca, el pais de nuestro nacimiento, o las circunstancias inmediatas de nuestra crianza. No elegimos, la mayoria de nosotros, el morir; tampoco elegimos la hora y las condiciones de nuestra muerte. Pero dentro de este reino de falta de elecciones, elegimos como vivir.
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El tercer sÃntoma de la muerte de nuestros sueños es la paz. La vida pasa a ser una tarde de domingo, sin pedirnos cosas importantes y sin exigirnos más de lo que queremos dar. Pero, en verdad, en lo Ãntimo de nuestro corazón, sabemos que lo que ocurrió fué que renunciamos a luchar por nuestros sueños.