Frases con doble sentido
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Si los diplomáticos cantaran, no habría guerras.
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En algunas ocasiones no es nada más que una puerta muy delgada lo que separa a los niños de lo que nosotros llamamos mundo real, y un poco de viento pude abrirla.
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¿Qué es el lujo? En mi opinión, es todo lo que es superfluo para hacer un hombre feliz.
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Nada resiste tanto como lo provisional.
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No hay cosas por las cuales los hombres hagan tan hercúleos esfuerzos como las cosas de las cuales ellos saben que no son merecedores.
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El silencio es un gran arte para la conversación.
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La sabiduría de vivir consiste en eliminar lo que no es indispensable.
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Nada viaja a mayor velocidad que la luz con la posible excepción de las malas noticias las cuales obedecen a sus propias leyes.
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La contemplación es un lujo, mientras que la acción es una necesidad.
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Naces solo y mueres solo, y en el paréntesis la soledad es tan grande que necesitas compartir la vida para olvidarlo.
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Conclusión es el lugar donde llegaste cansado de pensar.
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La máxima virtud de un príncipe es conocer a los suyos.
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El hombre no es hijo de las circunstancias. Las circunstancias son hijas del hombre.
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El hombre prudente sólo piensa en sus dificultades cuando ello tiene algún objeto. Cuando no, piensa en otra cosa.
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Asombro: lo más elevado a que puede llegar el hombre.
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Un error es tanto más peligroso cuanta más cantidad de verdad contenga.
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Todos los cementerios del mundo están llenos de gente que se consideraba imprescindible.
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Los lugares más soeces y menos bellos de nuestro cuerpo son los que dan placer.
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El peligro es el gran remedio para el aburrimiento.
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Trae el hombre reclusa en el alma una eternidad, y algo puede aprender el hombre en esta eternidad con respecto a la esencia de su alma misma.
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A la proporción, semejanza, unión e identidad del infinito no te acercas más siendo hombre que siendo hormiga.
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Las cabezas de los hombres más grandes se achican cuando se reúnen, y allí donde hay más cuerdos es también donde hay menos cordura.
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Convidar es asumir la responsabilidad del bienestar del convidado durante el tiempo que está bajo nuestro techo.
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El tedio es una enfermedad del entendimiento que no acontece sino a los ociosos.
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La virtud misma no puede librarse de los golpes de la calumnia.
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Ningún hombre necesita poco.
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¿Quién se siente desgraciado por no ser rey, sino un rey destronado?
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El crimen hace iguales a todos los contaminados por él.
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Hay gente que no tiene ningún respeto por los secretos ajenos, porque ellos mismos no tienen ningún secreto.
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Normalmente, cuando las personas están tristes no hacen nada. Sólo lloran sobre su condición.Pero cuando están enfadados, provocan el cambio.
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Los excelsos regalos de los dioses no pueden ser destruidos con facilidad por los mortales hombres, ni ceder a sus fuerzas.
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El suicidio no es abominable porque Dios lo prohíba; Dios lo prohíbe porque es abominable.
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El esclavo que obedece escoge obedecer.
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Para amasar una fortuna no se requiere ingenio, lo preciso es carecer de delicadeza.
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La gente necesita, además de un cantante, canalizar su necesidad de un líder de ideas, pero yo no soy un político, yo canto, es mi trabajo.
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Cada uno es ortodoxo con respecto a sí mismo.
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Los caníbales prefieren a los que carecen de espina dorsal.
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El hombre embrutecido por la superstición es el más vil de los hombres.
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Quizá, el camino más directo para conquistar la fama sea el afirmar con seguridad y pertinencia y, por cuantos modos sea posible, el haberla conquistado.
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Jamás mueren en vano los que mueren por una causa grande.
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No hay secreto que el tiempo no revele.
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La paz en la tierra, suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia, es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios.
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Un momento de éxito compensa el fracaso de años.
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Dichas que se pierden son desdichas más grandes.
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Señal de tener gastada la fama propia es cuidar de la infamia ajena.
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El pudor es un sólido que sólo se disuelve en alcohol o en dinero.
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El fanatismo es una sobrecompensación de la duda.
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La verdadera causa final reside en los seres inmóviles.
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Para el hombre dichoso todos los países son su patria.
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El gusto está hecho de mil repulsiones.
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En el asombro hay siempre un elemento positivo de plegaria.
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Aunque la verdad de los hechos resplandezca, siempre se batirán los hombres en la trinchera sutil de las interpretaciones.
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Una vez llegada la desgracia, de nada sirve quejarse.
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Procura hacerte digno de todos los favores, pero no aceptes ninguno.
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Casi nadie repara por sí mismo en el mérito de otro.
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Cada día es un nuevo día. Es mejor tener suerte. Pero yo prefiero ser exacto. Luego, cuando venga la suerte, estaré dispuesto.
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El pudor es la epidermis del alma.
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Nadie se queja de tener lo que no se merece.
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La noticia que a través de los sentidos adquirimos de las cosas exteriores, aunque no sea tan cierta como nuestro conocimiento intuitivo, merece el nombre de conocimiento.
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¡Oh, insensatos afanes de los mortales! ¡Qué débiles son las razones que nos inducen a no levantar nuestro vuelo de la Tierra!
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El placer da lo que la sabiduría promete.
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Si tienes un título universitario puedes estar seguro de una cosa... que tienes un título universitario.
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Las medidas templadas, que equivalen a remedios prudentes, son hartamente nocivas cuando el mal es violento.
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Todos aquellos planes que no sean trazados plenamente según todas las disposiciones del género, tienen que fracasar.
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Los asnos prefieren la paja al oro.
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¿Pagar la cuenta? ¡Qué costumbre tan absurda!
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No hay, en mi dictamen, hombre que aprecie más la virtud y la siga con más gusto, que el que por no hacer traición a su conciencia, ha perdido la reputacion de hombre de bien.
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Las epidemias han tenido más influencia que los gobiernos en el devenir de nuestra historia.
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Si te quejas de que te traiciono, búscame enemigos a los que pueda odiar.
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A gran necesidad, gran diligencia.
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Sin duda, no hay cacería como la caza de hombres y aquellos que han cazado hombres armados durante el suficiente tiempo y les ha gustado, en realidad nunca se interesarán por nada más.
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El soldado bisoño lo cree todo perdido desde que es derrotado una vez.
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Poca cosa nos consuela porque poca cosa nos aflige.
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La gloria, en verdad, no es otra cosa que un olvido aplazado.
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El tirano muere y su reino termina. El mártir muere y su reino comienza.
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El ser humano es el único animal capaz de hacer fuego. Esto le ha procurado su dominio sobre la Tierra.
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Para el elogio corre nuestra pluma rápidamente. Cuando se trata, empero, de vituperar, sólo a fuerza de horas podemos dar concluído a la prensa el artículo más conciso.
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Para ser un hombre de estado, primero debes ser elegido.
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Un hoy vale por dos mañanas.