Frases con doble sentido
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Todo lo que endurece, desmoraliza.
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El azar tiene muy mala leche y muchas ganas de broma.
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Hay un método secreto para volver del casino con una pequeña fortuna: ir con una gran fortuna.
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Mucho de lo que pasa por idealismo es odio o amor al poder enmascarado.
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Las cartas de recomendación son las que se entregan a un inoportuno para que vaya a importunar a otro.
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El estado ideal no es aquel en que cada uno tiene acceso a la misma cantidad de riqueza, sino en proporción a su contribución a la riqueza general.
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La mayor desgracia es merecer la desgracia.
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En el círculo se confunden el principio y el fin.
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Somos sanados del sufrimiento solamente cuando lo experimentamos a fondo.
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No hay secreto mejor guardado que aquel que todos conocen.
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Son tontos todos los que lo parecen y la mitad de los que no lo parecen.
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Quisiera abolir las pompas fúnebres. Hay que llorar a los hombres cuando nacen y no ya cuando mueren.
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El principio más profundo del carácter humano es el anhelo de ser apreciado.
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Cuando el Cielo se vacía de Dios, la tierra se llena de ídolos.
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Hay personas divertidas que no interesan y personas interesantes que no divierten.
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Escribir en Madrid es llorar, es buscar voz sin encontrarla, como en una pesadilla abrumadora y violenta.
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El error es a veces más generador de acción que la verdad.
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Muchas veces nace la enfermedad del mismo remedio.
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Claro que hay que romper las barreras, pero ¿con qué ariete?
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El infierno está lleno de buenas voluntades o deseos.
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La falsedad es tan antigua como el árbol del Edén.
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Un conservador es un hombre que es demasiado cobarde para luchar y demasiado gordo para correr.
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Nunca pude admitir una utopía que no me deje la libertad que yo más estimo: la de obligarme.
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Cuando un ciego grita a otro ciego, los dos tropiezan en la misma piedra.
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Pronto se arrepiente el que juzga apresuradamente.
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Es hermoso servir a la patria con hechos, y no es absurdo servirla con palabras.
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El único realista de verdad es el visionario.
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La calumnia siempre es sencilla y verosímil.
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El genio en la tierra es Dios que se da. Cada vez que aparece una obra maestra, es una distribución de la Divinidad que se hace a los hombres. La obra maestra es una especie de milagro.
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Los ejemplos son diez veces más útiles que los preceptos.
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Los descubrimientos ya logrados se deben al azar y a la experiencia vulgar más que a la ciencia.
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Autoevidente: evidente para uno mismo, pero no para los demás.
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Nadie puede poner una cadena en el tobillo de su prójimo sin tener el otro extremo alrededor de su cuello.
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El Estado, al igual que el suelo sobre el que se halla situado, no es un patrimonio. Consiste en una sociedad de hombres sobre los cuales únicamente el Estado tiene derecho a mandar y disponer. Es un tronco que tiene sus propias raíces.
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Uno a uno, todos somos mortales. Juntos, somos eternos.
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A los silenciosos no se les puede quitar la palabra.
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Nada es más fácil que censurar a los muertos.
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La fantasía no es otra cosa que un modo de memoria emancipado del orden del tiempo.
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Para hacer una tarta de manzana primero tienes que crear un universo.
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La adversidad es nuestra madre; la prosperidad sólo es nuestra madrastra.
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Estamos solos, vivimos solos y morimos solos. Solo a través del amor y la amistad podemos hacernos la ilusión, por un momento, de que no estamos solos.
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El campo de batalla lo perdimos; mas voluntad invicta conservamos, odio inmortal, empeño de venganza, y el valor obstinado, que al temor la cerviz nunca ha doblado.
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Con el conocimiento se acrecientan las dudas.
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No hemos de gozar con mayor deleite las cosas que nos han costado caras, ni con menos las que no nos han costado nada.
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Hay una circulación común, una respiración común. Todas las cosas están relacionadas.
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De lejos es mayor el respeto.
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Revolucionario será aquel que pueda revolucionarse a sí mismo.
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El optimista encuentra una respuesta para cada problema. El pesimista ve un problema en cada respuesta.
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Del fanatismo a la barbarie sólo media un paso.
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La existencia dividida por la razón deja siempre un resto.
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El que busca el cielo en la tierra se ha dormido en clase de geografía.
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La mitad está hecha cuando tienen buen principio las cosas.
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El gusto de la concentranción productora debe reemplazar, en un hombre ya maduro, al gusto de la desperdigación.
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De nada sirve morir. Hay que hacerlo a tiempo.
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Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer.
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La prueba para saber si puedes hacer un trabajo o no, no debería depender de la organización de tus cromosomas.
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Los fanatismos que más debemos temer son aquellos que pueden confundirse con la tolerancia.
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Los conceptos están incluidos en las palabras.
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Pensad como hombres de acción, actuad como hombres pensantes.
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La fama es un trozo de nada que el artista agarra al vuelo sin saber por qué.
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El que quiera azul celeste, que se acueste.
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Haceos con amigos dispuestos a censuraros.
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Cuando el peligro parece ligero, deja de ser ligero.
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Lo que se mueve por sí mismo es inmortal.
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He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro.
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Cuanto más nos inclina la naturaleza a los placeres, tanto más propensos somos a la licencia que a la decencia.
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La ley del mundo es aprovecharse de los otros, si no queremos que los otros se aprovechen de nosotros.
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Un favor bien retribuido es tan maravilloso como el honor, para el que lo confiere y el que lo recibe.
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Lo que no ha pasado a mediodía puede pasar por la noche.
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Seas parco en elogiar, y más parco todavía en vituperar.
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La realidad objetiva acaba de evaporarse.
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En todas las tierras el sol sale al amanecer.
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¿Qué importa errar lo menos quien ha acertado lo más?
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Un capricho se diferencia de una gran pasión en que el capricho dura toda la vida.
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La furia con que el mundo actual busca el placer prueba que carece de él.
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En circunstancias especiales, el hecho debe ser más rápido que el pensamiento.
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Las obras no se acaban, se abandonan.
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¡Cuán querida es de todos los corazones buenos su tierra natal!
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Las obras se tienen medio terminadas cuando se han comenzado bien.
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Si nada es evidente de por sí, nada es comprobable, y si nada es obligatorio por sí mismo, nada es obligatorio en absoluto.