Frases cortas de amor
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La confianza, como el arte, nunca proviene de tener todas las respuestas, sino de estar abierto a todas la preguntas.
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El arte de la vida es el arte de evitar el dolor.
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Hasta los sentimientos buenos, si se exaltan en demasía, son capaces de conducirnos a errores deplorables.
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La felicidad siempre viaja de incógnito. Sólo después que ha pasado, sabemos de ella.
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Cualquier muchacho de escuela puede amar como un loco. Pero odiar, amigo mío, odiar es un arte.
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No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad.
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A todos pertenece lo que piensas; tuyo es sólo lo que sientes: si quieres hacerlo tuyo, siente a ese Dios en el que piensas.
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Toda ciencia viene del dolor. El dolor busca siempre la causa de las cosas, mientras que el bienestar se inclina a estar quieto y a no volver la mirada atrás.
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Una generación que no soporta el aburrimiento será una generación de escaso valor.
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La esperanza no es ni realidad ni quimera. Es como los caminos de la Tierra: sobre la Tierra no había caminos; han sido hechos por el gran número de transeúntes.
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Gracias le doy a la Virgen, ,gracias le doy al Señor, ,porque entre tanto rigor ,y habiendo perdido tanto, ,no perdí mi amor al canto ,ni mi voz como cantor.
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Con la perfidia de las mujeres se consigue curar los celos.
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La fe puede ser sucintamente definida como una creencia ilógica en que lo improbable sucederá.
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Ponemos más interés en hacer creer a los demás que somos felices que en tratar de serlo.
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Todos los dolores que nos alejan son dolores perdidos.
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Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos.
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Nunca son tan peligrosos los hombres como cuando se vengan de los crímenes que ellos han cometido.
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Si la mañana no nos desvela para nuevas alegrías y, si por la noche no nos queda ninguna esperanza, ¿es que vales la pena vestirse y desnudarse?
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Si eres feliz, escóndete. No se puede andar cargado de joyas por un barrio de mendigos. No se puede pasear una felicidad como la tuya por un mundo de desgraciados.
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Cuando nuestro odio es demasiado profundo, nos coloca por debajo de aquellos a quienes odiamos.
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Sin esperanza se encuentra lo inesperado.
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La satisfacción es la muerte.
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Quien no tiene confianza en el hombre, no tiene ninguna en Dios.
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El tiempo no duerme los grandes dolores, pero sí los adormece.
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El hombre es celoso si ama; la mujer también, aunque no ame.
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Es una necedad arrancarse los cabellos en los momentos de aflicción, como si ésta pudiera ser aliviada por la calvicie.
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En los celos hay más amor propio que amor.
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Bebed porque sois felices, pero nunca porque seáis desgraciados.
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La melancolía es un recuerdo que se ignora.
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La felicidad reside en los gustos y no en las cosas; somos felices cuando tenemos lo que nos gusta y no cuando tenemos lo que los demás encuentran agradable.
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Los sentimientos son los instrumentos de que dispone el sujeto para estar interesado en los objetos que le rodean. Sin los sentimientos seríamos prácticamente muebles.
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El odio del contrario es el amor del semejante: el amor de esto es el odio de aquello. Así, pues, en sustancia, es una cosa misma odio y amor.
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Ser celoso es el colmo del egoísmo, es el amor propio en defecto, es la irritación de una falsa vanidad.
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La compasión, buena siempre, es en muchos casos la celestial precursora de la justicia.
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El dolor es la dignidad de la desgracia.
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El tema de la envidia es muy español. Los españoles siempre están pensando en la envidia. Para decir que algo es bueno dicen: Es envidiable.
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El agradecimiento es la parte principal de un hombre de bien.
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El odio es la venganza de un cobarde intimidado.
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Los vuelos naturales del espíritu humano no van de placer a placer sino de una esperanza a otra.
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El miedo puede llevar a los hombres a cualquier extremo.
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Por muchas riquezas que el hombre posea y por grandes que sean la salud y las comodidades que disfrute, no se siente satisfecho si no cuenta con la estimación de los demás.
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La alegría es el ingrediente principal en el compuesto de la salud.
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Hemos de proceder de tal manera que no nos sonrojemos ante nosotros mismos.
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La fuerza es confianza por naturaleza. No existe un signo más patente de debilidad que desconfiar instintivamente de todo y de todos.
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Una de las ventajas de no ser feliz es que se puede desear la felicidad.
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Más vale la pena en el rostro que la mancha en el corazón.
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Para la cólera y el para el amor, todo lo que se aplaza se pierde.
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La más segura señal de una naturaleza inferior es querer no parecer sorprendido de nada.
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La muerte abre la puerta de la fama y cierra tras de sí la de la envidia.
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En algún lugar del alma se extienden los desiertos de la pérdida, del dolor fermentado; oscuros páramos agazapados tras los parajes de los días.
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Una fe que nosotros mismos podemos determinar, no es en absoluto una fe.
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Creedlo, para hacernos amar no debemos preguntar nunca a quien nos ama: ¿Eres feliz?, sino decirle siempre: ¡Qué feliz soy!.
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¡Bienvenido sea el dolor si es causa de arrepentimento!.
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El amor celoso enciende su antorcha en el fuego de las furias.
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La felicidad del cuerpo se funda en la salud; la del entendimiento, en el saber.
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La gratitud, como ciertas flores, no se da en la altura y mejor reverdece en la tierra buena de los humildes.
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No quiero pensar porque no quiero que el dolor del corazón se una al dolor del pensamiento.
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La felicidad es un artículo maravilloso: cuanto más se da, más le queda a uno.
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Los amigos se suelen considerar sinceros; los enemigos realmente lo son: por esta razón es un excelente consejo aprovechar todas sus censuras para conocernos un poco mejor a nosotros mismos, es algo similar a cuando se utiliza una amarga medicina.
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La providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida.
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El hombre desdichado busca un consuelo en la amalgama de su pena con la pena de otro.
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No se odia mientras se menosprecia. No se odia más que al igual o al superior.
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Aquel que más posee, más miedo tiene de perderlo.
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No vivimos nunca, sino que esperamos vivir; y disponiéndonos siempre a ser felices, es inevitable que no lo seamos nunca.
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El hombre se complace en enumerar sus pesares, pero no enumera sus alegrías.
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No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz.
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Queremos ser más felices que los demás, y eso es dificilísimo, porque siempre les imaginamos mucho más felices de lo que son en realidad.
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Que más mata esperar el bien que tarda,que padecer el mal que ya se tiene.
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No existe la felicidad. A lo largo de la vida hay briznas de dicha que se deshacen como pompas de jabón.
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La suprema felicidad de la vida es saber que eres amado por ti mismo o, más exactamente, a pesar de ti mismo.
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Hay que simpatizar siempre con la alegría de la vida. Cuanto menos se hable de las llagas de la vida, mejor.
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La desconfianza es una señal de debilidad.
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El dolor es para la humanidad un tirano más terrible que la misma muerte.
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Hay una especie de vergüenza en ser feliz a la vista de ciertas miserias.
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Lo único capaz de consolar a un hombre por las estupideces que hace, es el orgullo que le proporciona hacerlas.
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Si hubiera un solo hombre inmortal sería asesinado por los envidiosos.
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Perdona a tus enemigos, pero jamás olvides su nombre.
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Nunca somos tan felices ni tan infelices como pensamos.
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El hombre más peligroso es aquel que tiene miedo.
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Nada que un hombre haga lo envilece más que el permitirse caer tan bajo como para odiar a alguien.