Frases Filosóficas
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Las antipatías violentas son siempre sospechosas y revelan una secreta afinidad.
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La enfermedad del ignorante es ignorar su propia ignorancia.
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Nada hay en el mundo tan común como la ignorancia y los charlatanes.
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Siempre se repite la misma historia: cada individuo no piensa más que en sí mismo.
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Todo necio confunde valor y precio.
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Más mató la cena que sanó Avicena.
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Es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza.
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El orden es el placer de la razón pero el desorden es la delicia de la imaginación.
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Estar en ocio muy prolongado, no es reposo, es pereza.
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Vale más ser cobarde un minuto que muerto el resto de la vida.
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Tengo tres perros peligrosos: la ingratitud, la soberbia y la envidia. Cuando muerden dejan una herida profunda.
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No temáis a los malvados. Tarde o temprano acaban por desenmascararse.
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La ignorancia está menos lejos de la verdad que el prejuicio.
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Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.
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Un cínico es un hombre que, cuando huele flores, busca un ataud alrededor.
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Por los defectos de los demás el sabio corrige los propios.
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Los hombres aman sus vicios y al mismo tiempo los odian.
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Todos los vicios, con tal de que estén de moda, pasan por virtudes.
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Jamás es excusable ser malvado, pero hay cierto mérito en saber que uno lo es.
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Lo único en el mundo peor que una mujer es otra.
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El mal no es lo que entra en la boca del hombre, sino lo que sale de ella.
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La obstinación es quizá la única cualidad humana valiosa no sólo en la profesión policial sino al menos en todas las que tienen que ver con el concepto de verdad.
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La codicia arraiga hondo y crece con raíces más perversas que la lujuria, flor de verano.
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El mal es vulgar y siempre humano, y duerme en nuestra cama y come en nuestra mesa.
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El primer paso de la ignorancia es presumir de saber.
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Un pedante es un estúpido adulterado por el estudio.
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Decimos una tontería y a fuerza de repetirla acabamos creyéndola.
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Un cobarde es una persona en la que el instinto de conservación aún funciona con normalidad.
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Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego.
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A quien las buenas obras no aprovechan y las tiernas palabras no mueven, las malas le domen con duro y riguroso castigo.
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Quien no castiga el mal, ordena que se haga.
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La violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias.
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Retroceder ante el peligro da por resultado cierto aumentarlo.
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Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia.
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Los hombres son crueles, pero el hombre es bueno.
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Nadie se hizo perverso súbitamente.
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No hay manto ni sayo que peor siente a la mujer que el querer ser sabia.
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Es sin duda un mal, estar lleno de defectos; pero es todavía un mal mayor estar lleno de ellos y no quererlo reconocer, porque es añadir todavía el de una ilusión voluntaria.
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Todo vicio trae siempre su consiguiente excusa.
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Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano.
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Hay personas que se consolarían hasta del fin del mundo, con tal de que ellas lo hubiesen anunciado.
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Cada uno sabe donde le aprieta el zapato
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Todo lo que se ignora, se desprecia.
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Nadie es nunca secundario para sí mismo.
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El ocio es la pérdida del salario.
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El mal, en cualquier forma que tome dentro de lo humano, no tiene significación alguna para una alma fuerte, aplomada y segura de sí misma.
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El camino del vicio no solamente se desliza, sino que se precipita hacia abajo.
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Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada.
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Se dice que las mujeres son vanidosas por naturaleza; es cierto, pero les queda bien y por eso mismo nos agradan más.
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Cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas.
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Más celos da a la maldad la virtud que el vicio.
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Existen empresas en las cuales el verdadero método lo constituyen un cierto y cuidadoso desorden.
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La ignorancia siempre está dispuesta a admirarse.
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La mayoría de las personas abandonan sus vicios sólo cuando les causan molestias.
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Acusar a la maldad de los tiempos es excusarnos a nosotros mismos.
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Si somos arrastrados a Cristo, creemos sin querer; se usa entonces la violencia, no la libertad.
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Me he dado cuenta de que la mayoría de la gente está demasiado preocupada con su propia vida para dedicar a los demás el menor pensamiento.
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La mediocridad es lo excelente para los mediocres.
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El glotón es el sujeto menos estimable de la gastronomía, porque ignora su principio elemental: ¡El arte sublime de masticar!
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Ningún pesimista ha descubierto nunca el secreto de las estrellas, o navegado hacia una tierra sin descubrir, o abierto una nueva esperanza en el corazón humano.
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No hagáis el mal y no existirá.
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Lo más aburrido del mal es que a uno lo acostumbra.
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Lo malo cuando se finge bueno, es pésimo.
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No existe pasión más poderosa que la pasión de la pereza.
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El cobarde sólo amenaza cuando está a salvo.
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Los hombres mediocres, que no saben que hacer con su vida, suelen desear el tener otra vida más infinitamente larga.
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La ingratitud proviene, tal vez, de la imposibilidad de pagar.
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Quien tiene muchos vicios, tiene muchos amos.
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Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos.
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Cuando se puede evitar un mal es necedad aceptarlo.
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Poco bueno habrá hecho en su vida el que no sepa de ingratitudes.
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Estupidez humana. Humana sobra, realmente los únicos estúpidos son los hombres.
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Nuestras virtudes son, a menudo, hijas bastardas de nuestros vicios.
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La pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla.
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La violencia jamás resuelve los conflictos, ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas.
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Me opongo a la violencia, porque cuando parece causar el bien éste sólo es temporal, el mal que causa es permanente.
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El avaro visita su tesoro por traerle a la memoria que es su dueño, carcelero de su moneda.
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La hipocresía es un homenaje que el vicio rinde a la virtud.
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Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas.