Frases Chistosas
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La necesidad, al menesteroso le obliga al ser mentiroso.
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Si tuviera dos caras. ¿Estaría usando ésta?
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Inocente es quien no necesita explicarse.
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El primer favor denegado anula todos los anteriores.
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Llamo rumiantes a los hombres que se pasan rumiando la miseria humana, preocupados de no caer en tal o cual abismo.
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Si nos volvemos hacia una realidad más grande, es una mujer quien nos tendrá que enseñar el camino. La hegemonía del macho ha llegado a su fin. Ha perdido contacto con la tierra.
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Los más desgraciados son los que lloran menos.
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Quien a ser traidor se inclina, tarde volverá en su acuerdo.
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La sorpresa es el móvil de cada descubrimiento.
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La fuerza de la necesidad es irresistible.
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La reconciliación es más bella que la victoria.
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Voy despacio, pero jamás desandando lo andado.
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Es mejor debatir una cuestión sin resolverla, que resolver una cuestión sin debatirla.
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Confieso que enterrar a algunas gentes constituye un gran placer.
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La patria no es la tierra. Sin embargo, los hombres que la tierra nutre son la patria.
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Puedes ser invencible si nunca emprendes combate de cuyo regreso no estés seguro y sólo cuando sepas que está en tu mano la victoria.
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Lo peor del pícaro es que las picardías que inventa son jocosas, caen simpáticas y parecen perdonables.
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No creo que haya que lamentarse sobre el propio destino, pero a veces es muy duro.
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La nada es un infinito que nos envuelve: venimos de allá y allá nos volveremos. La nada es un absurdo y una certeza; no se puede concebir, y, sin embargo, es.
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La ventaja se la lleva aquel que aprovecha el momento oportuno.
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No vive el que no vive seguro.
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La curiosidad intelectual es la negación de todos los dogmas y la fuerza motriz del libre examen.
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No hay que empezar la casa por el tejado.
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La desdicha es el vínculo más estrecho de los corazones.
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En un espíritu corrompido no cabe el honor.
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Es un axioma que aquel a quien todos conceden el segundo lugar, tiene méritos indudables para ocupar el primero.
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La monogamia es como estar obligado a comer papas fritas todos los días.
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Me gustaría vivir eternamente, por lo menos para ver cómo en cien años las personas cometen los mismos errores que yo.
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Donde hay patrón, no manda marinero.
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Un hombre sin restricciones es como un barril sin aros que rueda y se hace pedazos.
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El excusarse antes de ocasión es culparse.
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Todos los asuntos tienen dos asas: por una son manejables, por la otra no.
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Los hombres temen a los mismos dioses que han inventado.
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Sería absurdo que nosotros, que somos finitos, tratásemos de determinar las cosas infinitas.
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Es miserable saberse miserable, pero es ser grande reconocer que se es miserable.
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Es más fácil juzgar el talento de un hombre por sus preguntas que por sus respuestas.
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La armonía total de este mundo está formada por una natural aglomeración de discordancias.
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Entre col y col, lechuga.
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Los espejos, antes de darnos la imagen que reproducen, deberían reflexionar un poco.
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Si el acreedor pensara más en la otra vida, el deudor lo pasaría mejor en ésta.
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Nunca lleves tus mejores pantalones cuando salgas a luchar por la paz y la libertad.
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Qué inapropiado llamar Tierra a este planeta, cuando es evidente que debería llamarse Océano.
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Nuestro conocimiento es necesariamente finito, mientras que nuestra ignorancia es necesariamente infinita.
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Los abusos, aun en el estado más sólido, son minas sordas que tarde o temprano estallan.
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No se puede juzgar la vida de un hombre hasta que la muerte le ha puesto término.
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Es más fácil reprimir el primer capricho que satisfacer a todos los que le siguen.
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Tened el valor de equivocaros.
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Nada tan estúpido como vencer; la verdadera gloria está en convencer.
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Vales tanto como tu última obra.
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Hablando de nuestras desgracias las aliviamos.
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Las promesas son olvidadas por los príncipes, nunca por el pueblo.
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No tengo derecho a decir o hacer nada que disminuya a un hombre ante sí mismo. Lo que importa no es lo que yo pienso de él, sino lo que él piensa de sí mismo. Herir a un hombre en su dignidad es un crimen
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Las revoluciones no se hacen por menudencias, pero nacen por menudencias.
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Resulta una gran verdad que el destino es una ley cuyo significado se nos escapa, porque nos faltan una inmensidad de datos.
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El cuerpo, si se le trata bien, puede durar toda la vida.
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Nuestra fuerza esta en nuestro ideal con nuestra pobreza, no en la riqueza sin ideales.
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Humana cosa es tener compasión de los afligidos; y esto, que en toda persona parece bien, debe máximamente exigirse a quienes hubieron menester consuelo y lo encontraron en los demás.
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Sólo hay una máxima absoluta y es que no hay nada absoluto.
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Es verdad que optamos por la risa en casi todas las situaciones, con excepción de una que otra visita al dentista.
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La mayoría nunca tiene razón.
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Es rey quien nada teme, es rey quien nada desea; y todos podemos darnos ese reino.
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El suicida es el antípoda del mártir. El mártir es un hombre que se preocupa a tal punto por lo ajeno, que olvida su propia existencia. El suicida se preocupa tan poco de todo lo que no sea él mismo, que desea el aniquilamiento general.
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Ninguna cosa despierta tanto el bullicio del pueblo como la novedad.
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La necesidad nunca hizo buenos negocios.
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No tenemos otro mundo al que podernos mudar.
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Los caprichos pueden ser perdonados, pero es un crimen despertar una pasión duradera para satisfacer un capricho.
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No hay cosas sin interés. Tan sólo personas incapaces de interesarse.
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Triunfar tarde no es triunfar: es alcanzar al mismo tiempo la inmortalidad y la muerte.
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Aún en tus ocupaciones habituales trata siquiera por un día de guardar el secreto de aquello que intentas y a la mañana siguiente verás con mayor claridad tus ideas.
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La intención hace el agravio.
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No dejaremos de explorar y al final de nuestra búsqueda llegaremos a donde empezamos y conoceremos por primera vez el lugar.
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La tontería se coloca siempre en primera fila para ser vista; la inteligencia detrás para ver.
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Todo tiene sus límites.
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La esclavitud más denigrante es la de ser esclavo de uno mismo.
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Míseros mortales que, semejantes a las hojas, ya se hallan florecientes y vigorosos comiendo los frutos de la tierra, ya se quedan exánimes y mueren.
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Todas las acciones cumplidas sin ostentación y sin testigos me parecen más loables.
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Soledad: Un instante de plenitud.
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Que un hombre muera por una causa no significa nada en cuanto al valor de la causa.
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Propio es de todo hombre imbécil hacerse el astuto.
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Lo último corrompido ¿no es el principio de lo engendrado?