Frases cortas de amor
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Cuando saltes de alegría, cuida de que nadie te quite la tierra debajo de los pies.
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La diferencia engendra odio.
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¡La felicidad! No existe palabra con más acepciones; cada uno la entiende a su manera.
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Hay que acostumbrarse a vivir con los enemigos, ya que no a todos podemos hacerles nuestros amigos.
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El dolor siempre cumple lo que promete.
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La vida nos enseña que no podemos ser felices sino al precio de cierta ignorancia.
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De la rivalidad no puede salir nada hermoso; y del orgullo, nada noble.
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Se hace ligera la carga que se sabe llevar bien.
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La felicidad es tanto mayor cuanto menos la advertimos.
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Hay que abrir a todo colombiano una esperanza cierta, una oportunidad operante, una expectativa legitima.
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El odio no es más que carencia de imaginación.
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Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras que no la ame.
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Nuestro ánimo se inclina a confiar en aquellos a quienes no conocemos por esta razón: porque todavía no nos han traicionado.
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Es una especie de enfermedad natural de los poderosos no poder fiarse de los amigos.
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A los ídolos no hay que tocarlos: se queda el dorado en las manos.
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Quien sabe de dolor todo lo sabe.
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La confianza es madre del descuido.
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Para qué sirve el arrepentimiento, si eso no borra nada de lo que ha pasado. El arrepentimiento mejor, es sencillamente cambiar.
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El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son.
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Las cosas más bellas y mejores en el mundo, no pueden verse ni tocarse pero se sienten en el corazón.
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El corazón alegre hace tanto bien como el mejor medicamento.
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El odio no disminuye con el odio. El odio disminuye con el amor.
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Mientras hay vida, hay esperanza.
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Los celos pueden constituir un modo nuevo de probar el amor, más pueden también ofender la dignidad de una mujer perfectamente delicada.
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¿No tienes enemigos? ¿Es que jamás dijiste la verdad o jamás amaste la justicia?
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Una persona aburrida es la que habla cuando deseas que te escuche.
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El mayor despeñadero, la confianza.
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Hay cuatro tipos de personas en el mundo: los amantes, los ambiciosos, los observadores y los tontos. Éstos son los más felices.
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El bien de la humanidad debe consistir en que cada uno goce al máximo de la felicidad que pueda, sin disminuir la felicidad de los demás.
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Hay dos maneras de conseguir la felicidad, una hacerse el idiota; otra serlo.
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El hijo de las largas convivencias desapasionadas es el tedio.
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El hombre más feliz es el que hace la felicidad del mayor número de sus semejantes.
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Los pueblos viven sobre todo de esperanzas. Sus revoluciones tiene por objeto sustituir con esperanzas nuevas las antiguas que perdieron su fuerza.
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La felicidad es un sentimiento fundamentalmente negativo: la ausencia de dolor.
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No hay que ser pesimista ni tener esperanza.
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Si sólo se dieran limosnas por piedad, todos los mendigos hubieran ya muerto de hambre.
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Las decepciones no matan, y las esperanzas hacen vivir.
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Los tímidos tienen miedo antes del peligro; los cobardes, durante el mismo; los valientes, después.
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Uno no se hace grande más que midiendo la pequeñez de su dolor.
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No honres con tu odio a quien no podrías honrar con tu amor.
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El hombre que no se contenta con poco, no se contenta con nada.
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La felicidad es una cosa monstruosa. Quienes la buscan encuentran su castigo.
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Las enemistades ocultas y silenciosas, son peores que las abiertas y declaradas.
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Es fácil hacerse admirar cuando se permanece inaccesible.
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El mejor servicio que podemos prestar a los afligidos no es quitarles la carga, sino infundirles la necesaria energía para sobrellevarla.
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Dios ha puesto el placer tan cerca del dolor que muchas veces se llora de alegría.
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Porque dicen, amor, que no caminas ,si los celos no te calzan las espuelas.
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El tiempo hace estragos en la gratitud, aún más que en la belleza.
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La alegría de ver y entender es el más perfecto don de la naturaleza.
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La alegría es la piedra filosofal que todo lo convierte en oro.
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La concordia hace crecer las pequeñas cosas, la discordia arruina las grandes.
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El placer es felicidad de los locos, la felicidad es placer de los sabios.
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Bien poco enseñó la vida a quien no le enseñó a soportar el dolor.
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Aquel que tiene fe no está nunca solo.
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Nada levanta tanto al hombre por encima de las mezquindades de la vida como admirar, sea lo que sea o a quienquiera que sea.
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Casi todas las personas viven la vida en una silenciosa desesperación.
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Con viento mi esperanza navegaba;,perdonóla la mar, matóla el puerto.
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Los celos son una falta de estima por la persona amada.
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La melancolía es la felicidad de estar triste.
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En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio.
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La cólera no nos permite saber lo que hacemos y menos aún lo que decimos.
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Cada cual tiene la edad de sus emociones.
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Nuestros pensamientos más importantes son los que contradicen nuestros sentimientos.
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Es mi trabajo no estar nunca satisfecho.
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Usar de venganza con el más fuerte es locura, con el igual es peligroso, y con el inferior es vileza.
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La esperanza es un árbol en flor que se balancea dulcemente al soplo de las ilusiones.
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La puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla: si uno la empuja, la cierra cada vez más.
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Amor sin celos no lo dan los cielos.
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La cólera es una ráfaga de viento que apaga la lámpara de la inteligencia.
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La esperanza hace que agite el naufrago sus brazos en medio de las aguas, aún cuando no vea tierra por ningún lado.
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No digas de ningún sentimiento que es pequeño o indigno. No vivimos de otra cosa que de nuestros pobres, hermosos y magníficos sentimientos, y cada uno de ellos contra el que cometemos una injusticia es una estrella que apagamos.
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Odiar a alguien es otorgarle demasiada importancia.
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Son celos cierto temor,tan delgado y tan sutil,,que si no fuera tan vil,,pudiera llamarse amor.
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No hay ninguna satisfación en ahorcar a un hombre que no se oponga a ello.
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¿Por qué buscais la felicidad, oh, mortales, fuera de vosotros mismos?
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Lo horrible de este mundo es que buscamos con el mismo ardor el hacernos felices y el impedir que los demás lo sean.
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Con frecuencia, algunos buscan la felicidad como se buscan los lentes cuando se tienen sobre la nariz.
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No perdáis vuestro tiempo ni en llorar el pasado ni en llorar el porvenir. Vivid vuestras horas, vuestros minutos. Las alegrías son como flores que la lluvia mancha y el viento deshoja.
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Es, a menudo, más conveniente disimular que vengarse.
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No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo.