Frases Filosóficas
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El origen de todos los males es la codicia.
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Bueno es carecer de vicios, pero es muy malo no tener tentaciones.
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Un hombre sin defectos es un tonto o un hipócrita del que debemos desconfiar.
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El número de malhechores no autoriza el crimen.
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Ceder a un vicio cuesta más que mantener una familia.
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El ignorante tiene valor; el sabio miedo.
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No sabemos ni una cienmillonésima de nada.
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Primero son mis dientes que mis parientes.
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Hay otro linaje de escépticos muchos más terribles, si cabe, que los que creen que todo es materia; todavía queda el caso de aquel escéptico para quien todo se reduce a su propio yo.
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Después de mi, el Diluvio.
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La idiotez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás.
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La inhumanidad es perenne.
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¿Por qué aguardas con impaciencia las cosas? Si son inútiles para tu vida, inútil es también aguardarlas. Si son necesarias, ellas vendrán y vendrán a tiempo.
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La creencia en algún tipo de maldad sobrenatural no es necesaria. Los hombres por sí solos ya son capaces de cualquier maldad.
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Se le hace patente que sólo hay dos clases de cobardes: los que huyen para atrás y los que huyen para adelante.
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Odioso para mí, como las puertas del Hades, es el hombre que oculta una cosa en su seno y dice otra.
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Ninguna época ha sabido tantas y tan diversas cosas del hombre como la nuestra. Pero en verdad, nunca se ha sabido menos qué es el hombre.
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Los cántaros, cuanto más vacíos, más ruido hacen.
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Nada perturba tanto la vida humana como la ignorancia del bien y el mal.
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Sólo una persona mediocre está siempre en su mejor momento.
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La debilidad de actitud se vuelve debilidad de carácter.
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No me importa que la gente mire sus relojes cuando estoy hablando pero es excesivo que además los sacudan para asegurarse de que andan.
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Cada vez que proveo una plaza vacante, creo cien descontentos y un ingrato.
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Nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño.
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La pereza no es más que el hábito de descansar antes de estar cansado.
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La sangre se hereda, el vicio se apega.
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El amor, el tabaco, el café y, en general, todos los venenos que no son lo bastante fuertes para matarnos en un instante, se nos convierten en una necesidad diaria.
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El único egoísmo aceptable es el de procurar que todos estén bien para estar uno mejor.
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La mediocridad no se imita.
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Desde los tiempos de Adán, los necios están en mayoría.
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En muchos casos hacemos por vanidad o por miedo, lo que haríamos por deber.
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No es necio el que hace la necedad, sino el que, hecha, no la sabe encubrir.
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Los vicios se aprenden sin maestro.
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Idiota: Del griego idiotés, utilizado para referirse a quien no se metía en política, preocupado tan sólo en lo suyo, incapaz de ofrecer nada a los demás.
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El ignorante, si calla, será tenido por erudito, y pasará por sabio si no abre los labios.
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No hay cosa más difícil, bien mirado, que conocer a un necio si es callado.
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No se desprecia a todos los que tienen vicios, pero sí a los que no tienen ninguna virtud.
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Los hombres que tienen los mismos vicios se sostienen mutuamente.
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Si no tuviéramos defectos no sentiríamos tanto placer descubriendo los de los demás.
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El más irreprochable de los vicios es hacer el mal por necedad.
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Nunca tienes tiempo suficiente para hacer toda la nada que quieres.
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La hipocresía es el colmo de todas las maldades.
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Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos.
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Los espíritus mediocres suelen condenar todo aquello que está fuera de su alcance.
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Las almas ruines sólo se dejan conquistar con presentes.
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No se debe usar el desprecio sino con gran economía, debido al gran número de necesitados.
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Un hombre con pereza es un reloj sin cuerda.
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Todo nuestro descontento por aquello de lo que carecemos procede de nuestra falta de gratitud por lo que tenemos.
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La intolerancia puede ser definida aproximadamente como la indignación de los hombres que no tienen opiniones.
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Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro.
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Para los vanidosos todos los demás hombres son admiradores.
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El que te habla de los defectos de los demás, con los demás hablará de los tuyos.
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Los más obstinados suelen ser los más equivocados, como todos los que no han aprendido a dudar.
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El hombre malo puede decantarse a veces hacia el lado de la razón; pero le resulta casi imposible no hacer cuanto conviene para inclinarse a la maldad.
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Avaro es el que no gasta en lo que debe, ni lo que debe, ni cuando debe.
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La gente, en general, soporta mucho mejor que se hable de sus vicios y crímenes, que de sus fracasos y debilidades.
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Ninguno nace libre de vicios; y el hombre más perfecto es aquel que sólo tiene los pequeños.
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Cuanto más conozco a los hombres, más admiro a los perros.
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Un cobarde es un hombre capaz de prever el futuro. Un valiente es casi siempre un hombre sin imaginación.
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En el país de los ciegos el tuerto es el rey.
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Muchas veces he pensado si el mal no está puesto en el Universo como un tema de trabajo y un incentivo a nuestra curiosidad.
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La tierra no produce para los ignorantes sino malezas y abrojos.
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El hambre es la compañera inseparable del perezoso.
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En esta vida algunos hombres nacen mediocres, otros logran mediocridad y a otros la mediocridad les cae encima.
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Cien veces al día burlamos nuestros propios defectos censurándolos en los demás.
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La avaricia y la paz se excluyen mutuamente.
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No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.
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No hay cristales de más aumento que los propios ojos del hombre cuando miran su propia persona.
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Aunque estés solo, no debes decir ni hacer nada malo. Aprende a avergonzarte más ante ti que ante los demás.
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Toda necesidad se calma y todo vicio crece con la satisfacción.
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La tristeza es un don del cielo, el pesimismo es una enfermedad del espíritu.
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Nuestras virtudes y nuestros defectos son inseparables, como la fuerza y la materia. Cuando se separan, el hombre no existe.
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Quisiera sufrir todas las humillaciones, todas las torturas, el ostracismo absoluto y hasta la muerte, para impedir la violencia.
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La vanidad es el amor propio al descubierto.
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He sido un ser egoísta toda mi vida, no en teoría, pero sí en la práctica.
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La pereza, es decir, la pasión de la inacción, tiene, para triunfar, una ventaja sobre las demás pasiones, y es que no exige nada.
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El vicio rara vez se insinuó oponiéndose a la honradez; casi siempre toma el disfraz de ésta.
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El mal que hacemos es siempre más triste que el mal que nos hacen.
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La ignorancia y el error son manantiales de mal humor.
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Nada hay más terrible que una ignorancia activa.